En su día hablamos en un artículo sobre la tipología del vendedor tal y como viene recogido en el libro 'El arte de cerrar un trato: manual del perfecto vendedor' de James W. Pickens. En él se hace una simpática clasificación de aquéllos vendedores que son capaces de vender cualquier cosa, en cualquier parte y en todo momento.

El vendedor liebre: Es aquel que dice un montón de cosas en un minuto; su entusiasmo y felicidad es total.
El vendedor tortuga: Honesto, íntegro y amable, lenta y deliberadamente envuelve al cliente rematando con suavidad la venta.
El vendedor positivo: El cliente se siente mejor ante su presencia y le compra lo que sea porque irradia buenos pensamientos y actitudes.
El vendedor negativo: Su actitud ante el cliente es de lo toma o lo deja y manipula al cliente haciéndole creer que el trato es tan bueno que, si no lo cierre, algún otro lo hará.
El vendedor alegre: Chismoso, feliz, tontea con los clientes, muestra una sonrisa profidén con facilidad que hace que los clientes se muestren relajados y desprevendios ante él.
El vendedor mago: Es aquél que siempre mantiene al cliente entretenido y hechizado con su inteligencia y personalidad.
El vendedor juerguista: Siempre anda comunicando, mostrando, diciendo y cambiando de ideas para confundir positivamente al cliente y cerrar la venta.
El vendedor metódico: Utiliza la lógica como método de solucionar problemas y se dedica a jugar con las objeciones del cliente y con su personalidad. Es el vendedor que cierra los tratos más duros.
El vendedor ostentoso: Su método de venta consiste en repasar su vida con el cliente para conseguir que éste se intimide.
El vendedor universitario: Utiliza la honestidad, la inocencia y la sinceridad para vender.

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