Existen tres tipos diferentes de consultores: los que se encargan de realizar un diagnóstico externo de un problema o carencia previamente detectada o intuída por el cliente y le presentan sus conclusiones y recomendaciones. El procedimiento que sigue suele basarse en la obtención de información variada desde dentro de la propia empresa, rondas de entrevistas, análisis de datos y otras fuentes externas. Finalmente, proponen las conclusiones y recomendaciones que consideraría oportuno tomar.

Un segundo tipo, es el consultor que trabaja más estrechamente con el cliente para, de forma colegiada y simúltanea, encontrar soluciones a las carencias o necesidades detectadas. El consultor se convierte en un estrecho colaborador de la dirección de la empresa, incluso en el día a día. La metodología que se aplica en este tipo de consultoría pasa por el análisis conjunto de una o varías características de la empresa que son determinadas previamente: la organización, sus estrategias, el capital humano, los procesos, el sector en el que compite, etc. Finalmente, se emiten las conclusiones o recomendaciones.

En tercer lugar, están los que se ponen mano a la obra para llevar a buen fín las recomendaciones o soluciones a un problema ya diagnosticado externa o internamente.

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