Cuando uno tiene la suerte de trabajar codo con codo con algunas personas que han tenido éxito, el denominador común de ellos es la capacidad que tienen de simplificar las cosas. No es que la simplificación por sí sola sea un poderoso factor de productividad, pero sí es un valioso factor que la multiplica.

Generalmente son personas conocedoras del terreno que están pisando y aciertan al atacar en el lugar adecuado: no tienen la necesidad de quitar la maleza porque saben donde está el brote. Y lo que es mejor, también conocen cómo llegar a ese brote de forma directa, sin rodeos.

Conocer dónde se encuentra el brote permite ahorrar fuerzas y tiempo, además de recursos. Y también es más eficaz al reducir las posibilidades de error. Otra valiosa características que suele llamar poderosamente la atención al tratar con estos líderes es que tienden a eliminar y recortar en todos los aspectos de su trabajo: cuando exponen ideas, supervisan procesos o analizan tareas. En cualquier entorno laboral hay muchos más profesionales que añaden complejidad en vez de simplificar gracias a una mal entendida productividad que considera la primera una forma de justificar el salario, de demostrar capacidad de análisis, etcétera.

Un líder que maneja la simplificación de las cosas siempre está preguntándose las razones y las consecuencias de sus actos y, si hay alguno de ellos que no aporta nada, lo elimina. Lo mismo ocurre con sus tareas, ¿porqué si un proceso es la suma de tres factores, y uno de ellos no aporta nada, no es mejor hacerlo desaparecer?, diría. | Foto: quinnanya |

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