Uno de los problemas que más daño hacen a un consultor, y a cualquier trabajador también, es la pérdida de los objetivos generales del trabajo que desarrolla en el cliente. Cuando esto ocurre, el consultor, ya desconcertado y en un pozo depresivo, se dedica principalmente a “apagar fuegos”, a capear la estresante situación que se le viene encima. En el peor de los casos realiza trabajos más aparentes que reales, la productividad es nula y las estrategias son un ligero rumor en su consciencia.

La causa más común de la pérdida de objetivos generales se encuentra en la falta de asertividad del consultor que permite que las personas--principalmente las que trabajan en el cliente-les influencien hasta lo indebido y termina perdiendo el “norte” del trabajo que están desarrollando. Es más que probable que también falle esa habilidad que es la gestión del estrés y sea incapaz de gestionar la situación: al final, el consultor renuncia a luchar y permite al cliente que invada los límites del trabajo que está realizando.

Al contrario de lo que pudiera pensarse, el consultor--en realidad, cualquier persona--puede entrenar y fomentar la asertividad. Y es recomendable identificar los estilos de conducta propios, las situaciones en las que debe fomentarla, analizar las situaciones problemáticas y más comunes que sufre, escribir un plan de conducta, entrenar el leguaje corporal y, finalmente, y lo que es más importante para un consultor, aprender a identificar y evitar las manipulaciones de los demás.

La ventaja de mejorar personalmente las habilidades asertivas radica en el hecho de encontrar puntos de encuentro con la persona que le aleja de sus objetivos sin ocasionar otros conflictos secundarios. El estilo asertivo actúa a favor de sus intereses sin sentirse culpable pero atiende también a los intereses contrarios hasta encontrar un punto de encuentro: media y negocia con todas las partes implicadas.

+info: El detalle es un fiel aliado del fracaso |

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