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Inteligencia emocional
21.6.06


Toda empresa tiene un objetivo que alcanzar. Algunas menos tienen diseñadas estrategias para conseguirlo y un número más reducido aún aplica tácticas que son adaptadas constantemente para no desviarse del camino que le dirige hacia la meta.

Es su apuesta de valor. Parte habitual de los objetivos es atraer un número mayor de clientes, vender productos que les satisfagan para retenerlos y fidelizarlos. Lo que a veces se olvida es que para atraer, vender y fidelizar una clientela necesitamos retener, vincular y satisfacer a los empleados. La medida en que una empresa lo consiga con sus empleados no diferirá demasiado de la alcanzada con los clientes.

Conseguir que la plantilla se encuentre satisfecha depende de varíos factores: salario, condiciones y ambiente de trabajo, beneficios sociales, etc... Pero, hay un factor recurrente en la moderna gestión de la empresa que afecta a la satisfacción del empleado: el salario emocional.

El salario emocional ayuda a que el empleado se sienta suficientemente remunerado por su trabajo más allá de los factores antes descritos. Es responsabilidad de los ejecutivos el que creen entornos de alto rendimiento en los departamentos que dirigen. Y para remunerar a los empleados con un salario emocional que le satisfaga, el ejecutivo debe desarrollar la inteligencia emocional.

Este tipo de inteligencia facilita el desarrollo de unas capacidades organizativas que le sirven para percibir, comprender y controlar las emociones propías y la de su equipo aplicándolas al pensamiento y razonamiento colectivo.

En 1990, Salowey y Mayer la definieron por primera vez de la siguiente forma:
"la capacidad de percibir los sentimientos propios y los de los demás, distinguir entre ellos y servirse de esa información para guiar el pensamiento y la conducta de uno mismo."
Este concepto sería presentado mediáticamente por Daniel Goleman en 1995 con un libro de gran éxito: “La inteligencia emocional en la empresa” (1998) que se refiere a la inteligencia emocional como:
"la capacidad de reconocer nuestros propios sentimientos y los ajenos, de motivarnos y de manejar bien las emociones, en nosotros mismos y en nuestras relaciones."
Considera cinco aptitudes emocionales, clasificadas a su vez en dos grandes grupos: Aptitud Personal (Auto-conocimiento, Auto-regulación y Motivación) y Aptitud Social (Empatía y Habilidades Sociales).

El libro "Servicios & Beneficios" de Luis María Huete es un estupendo punto de partida para introducirse en esta rama de las habilidades directivas.

+info: Sears, el éxito de la inteligencia emocional

>> Publicado en Categoría: Consultoría

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