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Sobre el ciclo de vida de cada persona en su puesto de trabajo
15.12.12


Estaba leyendo un artículo sobre los directivos y la motivación para cambiar de empresa cuando advierto que Mariano Rajoy ha tardado doce años en ser presidente del gobierno y que Rubalcaba acumula a sus espaldas el mismo tiempo siendo ministro en diferentes gobiernos. ¡Los políticos y su larga vida laboral! Y Pep Guardiola acaba--qué son seis meses después de cuatro años en los banquillos--de abandonar el Barcelona. La sensación es que los primeros se perpetúan y el técnico catalán, sin embargo, llegó, luchó, cumplió su objetivo y se fue sin más traumas.

Lo que llamamos una etapa laboral se materializa en pelear y buscar un objetivo a costa de gastar años y dejar el puesto de trabajo cuando se ha cubierto objetivos. El único matiz es si la sociedad ve con buenos ojos que su clase política se pase un cuarto o media vida en el mismo trabajo, en este caso, la política. Pero es otra cuestión.

Esto me lleva a pensar sobre el ciclo de vida de cada persona en su puesto de trabajo. La decisión de dejar el puesto de trabajo depende básicamente de dos variables: la satisfacción/insatisfacción laboral y las expectativas de encontrar otro trabajo y generalmente no es una acción impulsiva, sino algo que se va racionalizando con el tiempo.

Cuando se ha escalado en la pirámide de la empresa las cosas pueden ser diferentes. Los profesionales se vinculan a sus empresas, mediante un "contrato psicológico" sin duda. No es cuestión de palmaditas en la espalda, pero sí de sentirse valorado. Cuando aceptan un trabajo están motivados para acometer uno o varios proyectos. Si finalmente lo llevan a buen término es que, además de estar bien motivados, son capaces de gestionar su equipo y vencer las dificultades. Conforme se van cumpliendo objetivos pueden tomar una decisión disfuncional y voluntaria--la de dejar su puesto de trabajo--a pesar de que las buenas contribuciones realizadas para la empresa hacen que ésta prefiriera retenerlo.

Muchos profesionales, una vez finalizados esos retos, irremediablemente se plantean abrir la puerta para cambiar a otra compañía a pesar de las condiciones desfavorables del mercado actual del trabajo. Es una decisión lógica que le provoca la sensación de mantenerse libre y huir de la tranquilidad de un puesto de responsabilidad en un entorno conocido que conlleva el peligro de la perpetuación. En algún momento, leí que, por término medio, el ciclo medio de vida para la mitad de los directivos no alcanza más de cinco o seis años.

A la gente le da miedo cambiar de empresa, pero llega un momento en que ese cambio es inevitable y lo mejor que puede pasar cuando se está preparado para afrontarlo, sean o no sean las condiciones laborales idóneas para hacerlo. Un cambio en el momento justo ahorra fuerzas, disminuye estrés y permite afrontar una nueva etapa en una posición más ventajosa.

Para profundizar sobre este es muy recomendable leer el estudio "Compromiso organizativo y rotación: status questions" de la profesora @NuriaChinchilla.  | Foto: jrayfarm1980 |  

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