En el fútbol, los delanteros son, además de los que consiguen que el balón traspase la línea de puerta rival, la clave mediática y los que aportan gran parte de los ingresos del club. Sin embargo, el medio campo es fundamental y conviene no olvidar que se encuentra entre las estrellas y la defensa, o sea entre la rentabilidad y la solidez.

Las compañías de automóviles lo saben y, además de berlinas, todoterrenos y deportivos de la gama alta no olvidan al cliente de menor nivel adquisitivo. Los supermercados ofrecen línea blanca, productos de gama media y mercancías con valor añadido que se plasma en un mayor precio. En política, y aquí ocurre así gracias al sistema electoral que prima la representación regional o nacionalista, los partidos que dominan el centro o que logran consolidar sus escaños a lo largo de varias legislaturas terminan obteniendo un plus de protagonismo mediático y político gracias a que son necesarios para que gobierne alguno de los dos principales partidos nacionales.

En Harvard Business School se plantean una interesante pregunta: ¿se puede ser una empresa de éxito dominando el medio campo? Todo parece indicar que sí, con dos condiciones:

• que esa apuesta tenga valor añadido para la gran masa de clientes que cohabitan en esa zona del mercado, y


• que la empresa que se adentra en ese segmento asimile que éste se encuentra en constante movimiento, es decir que es dinámico.

Puede que los clientes que son captados en el centro del campo terminen subiendo o bajando en el terreno de juego y requieran otros servicios más sencillos o complejos. Es decir, ese centro dinámico exige tener preparadas estrategias y servicios para cuando hay movimientos entre la masa de clientes. Tiene que tener preparado a su elenco de estrellas y a su sólida zaga.

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