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Se abre el debate sobre el uso de los biocarburantes
1.8.07


La Confederación de Consumidores y Usuarios (CECU) ha anunciado que los cereales y la leche aumentarán próximamente su precio en un 20% ya que se está desviando la oferta de alimentos hacia otros canales como la producción de combustible.


La progresiva sustitución de los combustibles minerales o fósiles por biocarburantes permite reducir el vertido de gases de efecto invernadero a la atmósfera, una menor dependencia del petróleo y la recuperación de la industria agrícola y de su tejido social e industrial tras décadas de ser un sector denostado en la política común europea.

Las mejoras en la balanza de pagos y en el rendimiento del parque de automóviles así como en la disminución de los residuos industriales frente a la agresividad contaminante de la industria que produce otro tipo de combustibles también son tenidas en cuenta por el legislador que fomenta esta actividad.

Los beneficios en la reducción de gases de efecto invernadero derivados de la sustitución de carburantes de origen mineral o fósil parecen, sino claros, alentadores aunque las cifras que se manejen sean dispares en función de la materia prima utilizada (maíz, remolacha, caña, celulosa o colza). Los datos dicen que el etanol obtenido a partir del maíz en EEUU y la UE reduciría las emisiones entre un 19 y un 45%, mientras que el obtenido en Brasil a partir de la caña lo haría entre un 82 y 85%.

Una de las grandes críticas a los biocarburantes proviene precisamente desde la perspectiva de saldo energético neto o cantidad neta de energía creada tras considerar todo el consumo energético requerido a lo largo del ciclo de vida del carburante. Es decir, la energía consumida desde la extracción hasta su devolución a la ecosfera en forma de residuos.

La proliferación de la producción de biocombustibles, además del saldo energético neto muy ajustado que para algunos presenta, tiene otras consecuencias que el legislador debe valorar y que es obviado a la hora de calcular el consumo energético neto. Este es el caso del impacto medioambiental del incremento del número de explotaciones, la utilización del productos químicos para su mejora y aumento de la productividad, las necesidades de agua que requiere la industria o la erosión de los terrenos.

Algunas organizaciones están denunciando que en Brasil, un país que está apostando decididamente por convertirse en uno de los principales proveedores mundiales de biocarburantes, desaparecen grandes extensiones de jungla amazónica para instalar explotaciones agrícolas de caña. Es más, esas organizaciones denuncian que el saldo energético neto de los biocarburantes brasileños ya es claramente negativo con esas prácticas.

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| Categoría: Sociedad | Etiquetas: clima energia gobierno diversificacion |

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