Alberto Contador ya es campeón del Tour de France a falta de la etapa final que llevará a los ciclistas a París. Las imágenes de los ciclistas subidos a la rampa de la salida de la contrarreloj con la mirada perdida, dependiendo de ellos mismos, concentrados y visualizando la etapa siempre suscita la misma pregunta: ¿qué se pasará por la cabeza de cada uno de ellos en ese momento?

Esa situación me recuerda que Stephen Covey habla en “Los siete hábitos de la gente altamente efectiva” del poder que tiene la visualización como método para imaginar aquéllas metas que cada uno desea alcanzar. Cuando lo practica con terceros, siempre se sorprende ante los resultados reveladores de esta práctica, que llega a influir en los propios valores personales de cada persona.

Covey afirma que mantener la visión y los valores personales permanentemente en la mente ayuda a organizar la vida cotidiana de forma coherente con ellos. Es un método para integrar visión y valores con el día a día y una forma de estar concentrado hacia donde queremos llegar.

Entre el momento actual y el futuro, se presentarán muchas situaciones y bastantes de ellas podrían desviar al individuo de su visión. Anticipar esas situaciones, es decir visualizarlas, permite a la persona estar alerta y preparada para afrontarlas con mayor éxito. Una visualización puede ir acompañada de un acto de afirmación donde el individuo se compromete a que la respuesta a esa situaciones sea congruente con sus valores personales.

“Una buena afirmación tiene cinco características básicas: es personal, es positiva, está redactada en tiempo presente, es visuales y es emocional”, explica Covey. La afirmación también debe visualizarse; cuantos más detalles tenga, más profunda será y más ayudará a que la persona controle las situaciones que pueden desviarla de la meta.

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