El voto masivo de los franceses en la primera vuelta de las elecciones presidenciales ha sorprendido a Europa. La irrupción de un candidato de centro, bien posicionado en las encuestas, obligó a socialistas y conservadores a dejarse la piel en una campaña en la que el debate se ha focalizado en los programas electores.

Además de olvidar posiciones dogmáticas y clichés caducos anclados en la historia, los pragmáticos Sarkozi y Royal tampoco han tenido descalificaciones ni malas palabras para su adversario. Saben que los insultos y la crispación ya no vende. El elector francés interpreta que esas técnicas electorales sólo demuestran la inconsistencia e inseguridad de quien las utiliza.

El escritor Félix de Azúa finaliza su magnífico análisis de la campaña francesa en El Periódico de Aragón lamentando que España tardará tiempo en ver esa modernidad y que «seguirá viviendo en el pasado, como siempre».

La clase política española debería remover la tradicional división entre izquierdas y derechas y potenciar los valores frente a las ideas. Esa es la sencilla línea que necesitan cruzar nuestros grises y cansinos políticos españoles para renovar nuestra dormida democracia.

>> Publicado en Categoría: Política