Las churras y las merinas del cambio climático
11.12.06
En noviembre, la agencia Aceprensa publicó un interesante y documentado artículo sobre la agria polémica y las fortísimas reacciones que ha suscitado el geofísico francés Claude Allègre--ministro de Educación de 1997 a 2000 en el gobierno socialista de Lionel Jospin--al discrepar en la revista L'Express de la magnitud y origen del calentamiento global basándose en las dificultades para el cálculo de la temperatura media del planeta y en la imperfección de los modelos climáticos.
Tras las réplicas, ataques, contrarréplicas y defensas de la comunidad científica, la polémica está alcanzando proporciones más parecidas a la «caza de brujas» que al sosegado enfrentamiento de ideas a las que están acostumbrados los científicos y ha roto los muros científicos para saltar al debate político y ético.
Por ello, Allègre ha ido un paso más allá y ha denunciado la existencia de una «ecología de la denuncia» en la comunidad científica y medios de comunicación y la ha definido como la práctica actual de promulgar mensajes, noticias e informes en el que se mezcla todo sin rigor: elevación de las temperaturas, la capa de ozono, el efecto invernadero, el cambio climático, la pérdida de agua planetaria, la desaparición de especies... Es decir, mezclar churras con merinas.
Es curioso, se pregunta Aceprensa, que a Allégre no se le aplique lo que la comunidad científica debería apreciar como uno de sus mayores logros: el debate, la libre discrepancia y el nulo dogmatismo y recuerda que fue el americano Thomas Kuhn quien se encargó de enunciar la ley histórica que dice que la ciencia avanza gracias a las minorías que rompen con los moldes establecidos y no se paran a encajar sus descubrimientos con los parámetros comúnmente aceptados por la mayoría. Casos como el de Miguel Servet, Copérnico o Alfred Wegener que sufrieron la crítica, el rechazo y la mofa de sus colegas--incluso pagando con su vida como le ocurrió al aragonés--han servido para que la ciencia avance. Es de agradecidos recordarlo.
>> Publicado en Categoría: Sociedad
Tras las réplicas, ataques, contrarréplicas y defensas de la comunidad científica, la polémica está alcanzando proporciones más parecidas a la «caza de brujas» que al sosegado enfrentamiento de ideas a las que están acostumbrados los científicos y ha roto los muros científicos para saltar al debate político y ético.
Por ello, Allègre ha ido un paso más allá y ha denunciado la existencia de una «ecología de la denuncia» en la comunidad científica y medios de comunicación y la ha definido como la práctica actual de promulgar mensajes, noticias e informes en el que se mezcla todo sin rigor: elevación de las temperaturas, la capa de ozono, el efecto invernadero, el cambio climático, la pérdida de agua planetaria, la desaparición de especies... Es decir, mezclar churras con merinas.
Es curioso, se pregunta Aceprensa, que a Allégre no se le aplique lo que la comunidad científica debería apreciar como uno de sus mayores logros: el debate, la libre discrepancia y el nulo dogmatismo y recuerda que fue el americano Thomas Kuhn quien se encargó de enunciar la ley histórica que dice que la ciencia avanza gracias a las minorías que rompen con los moldes establecidos y no se paran a encajar sus descubrimientos con los parámetros comúnmente aceptados por la mayoría. Casos como el de Miguel Servet, Copérnico o Alfred Wegener que sufrieron la crítica, el rechazo y la mofa de sus colegas--incluso pagando con su vida como le ocurrió al aragonés--han servido para que la ciencia avance. Es de agradecidos recordarlo.
>> Publicado en Categoría: Sociedad
| Permalink | Enlaces a este artículo | Enviar por correo-e |
Marcadores sociales: Meneame | Fresqui | Facebook | FriendFeed | Google Bookmarks | Yahoo! My Web | Technorati | Twitter | Delicious |