Capital-riesgo: el análisis inicial de una idea
20.6.06
Es muy común que jóvenes emprendedores que desean poner en marcha una idea empresarial presenten sus planes de negocio a compañías de capital riesgo para obtener financiación. El primer muro con que se encuentran, tras dedicar muchas horas a preparar la documentación, consiste en que una empresa de capital riesgo se decide a invertir en menos del 1% de los proyectos que le presentan los emprendedores. Y esto, es un varapalo capaz de mover las más profundas convicciones e ilusiones que se hayan puesto en un proyecto empresarial.
Pero, ¿qué es lo que realmente puede convencer a una empresa de este tipo para financiar un proyecto? En primer lugar y principalmente, el emprendedor. El camino que debe recorrer y que discurre entre lo que es una idea y un negocio consolidado es ardúo y lleno de peligros. Un proyecto puede tener una estrategia perfectamente diseñada pero puede adolecer de las tácticas necesarias. ¿Es capaz de tomar decisiones todos los días con inteligencia y solventar eficazmente los problemas que se le presentará? ¿Cuenta con capacidad e inteligencia para variar las tácticas iniciales para seguir la estrategia marcada? Algunos dicen que un vistazo al curriculum del emprendedor y a la forma en que presenta su plan son suficientes para hacerse una idea muy aproximada del grado de confianza que merece.
En segundo lugar, el capital riesgo sabe de la importancia de la adaptabilidad en los negocios. El día a día del negocio tiende a remover los cimientos sobre los que se asentó la idea original. Por tanto, es necesario que el capital riesgo tenga perfectamente claro que el emprendedor moldeará su negocio y abandonará cualquier resistencia a mantenerse erre que erre en la idea originaria plasmada en el Plan de Negocios, lo cual podría llevarlo al fracaso. Es decir, el capital riesgo debe estar seguro de que el emprendedor adaptará permanentemente su idea originaria a los váivenes que sufra durante sus primeros años manteniendo la esencia de la misma, será tremendamente sincero, aceptará críticas y no se aferrará a sus propias opiniones.
Si el negocio evoluciona y se adapta a las circunstancias es probable que termine siendo una gran empresa tras años de dura lucha y esfuerzo. Llegará un momento en que será necesario la renovación de su máximo ejecutivo (generalmente, el emprendedor) y algún otro directivo. La empresa de capital riesgo suele preguntarse respecto del emprendedor: si llega el caso, ¿será capaz de ceder la dirección tras haberse dejado la vida haciendo crecer su proyecto en aras de la rentabilidad futura?
Finalmente, hay que etiquetar al emprendedor: ¿se trata de un vulgar promotor o es una persona con un estilo de dirección propio que lidera y agrada a su equipo? Si es así, ¿tiene el emprendedor una gran capacidad de crítica, incluso personal y severa y está dispuesto a realizar un análisis diferencial y permanente cada día que pase en su empresa? Y, por supuesto, ¿sabrá decir no de forma razonada cuando lo crea oportuno?
Solventadas las dudas, es hora de analizar financiera y estratégicamente el negocio.
>> Publicado en Categoría: Consultoría
Pero, ¿qué es lo que realmente puede convencer a una empresa de este tipo para financiar un proyecto? En primer lugar y principalmente, el emprendedor. El camino que debe recorrer y que discurre entre lo que es una idea y un negocio consolidado es ardúo y lleno de peligros. Un proyecto puede tener una estrategia perfectamente diseñada pero puede adolecer de las tácticas necesarias. ¿Es capaz de tomar decisiones todos los días con inteligencia y solventar eficazmente los problemas que se le presentará? ¿Cuenta con capacidad e inteligencia para variar las tácticas iniciales para seguir la estrategia marcada? Algunos dicen que un vistazo al curriculum del emprendedor y a la forma en que presenta su plan son suficientes para hacerse una idea muy aproximada del grado de confianza que merece.
En segundo lugar, el capital riesgo sabe de la importancia de la adaptabilidad en los negocios. El día a día del negocio tiende a remover los cimientos sobre los que se asentó la idea original. Por tanto, es necesario que el capital riesgo tenga perfectamente claro que el emprendedor moldeará su negocio y abandonará cualquier resistencia a mantenerse erre que erre en la idea originaria plasmada en el Plan de Negocios, lo cual podría llevarlo al fracaso. Es decir, el capital riesgo debe estar seguro de que el emprendedor adaptará permanentemente su idea originaria a los váivenes que sufra durante sus primeros años manteniendo la esencia de la misma, será tremendamente sincero, aceptará críticas y no se aferrará a sus propias opiniones.
Si el negocio evoluciona y se adapta a las circunstancias es probable que termine siendo una gran empresa tras años de dura lucha y esfuerzo. Llegará un momento en que será necesario la renovación de su máximo ejecutivo (generalmente, el emprendedor) y algún otro directivo. La empresa de capital riesgo suele preguntarse respecto del emprendedor: si llega el caso, ¿será capaz de ceder la dirección tras haberse dejado la vida haciendo crecer su proyecto en aras de la rentabilidad futura?
Finalmente, hay que etiquetar al emprendedor: ¿se trata de un vulgar promotor o es una persona con un estilo de dirección propio que lidera y agrada a su equipo? Si es así, ¿tiene el emprendedor una gran capacidad de crítica, incluso personal y severa y está dispuesto a realizar un análisis diferencial y permanente cada día que pase en su empresa? Y, por supuesto, ¿sabrá decir no de forma razonada cuando lo crea oportuno?
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