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Deslocalización
31.5.06


Ayer asistí a una jugosa y distendida comida de negocios en la que durante los postres se desarrollo una interesante tertulia: la deslocalización.

El proceso de deslocalización es producto de la existencia de países en los que el coste de la mano de obra es más barato, las legislaciones medioambientales y fiscales son más relajadas, los sindicatos tienen menos poder e influencia y las condiciones y seguridad del trabajo no son tan estrictas como aquí. A estas características del mercado se une la permanente búsqueda por maximizar la rentabilidad del capital. Generalmente, la empresa que se deslocaliza no está en pérdidas y necesita reducir costes, sino que su traslado se justifica en que no rentabiliza suficientemente su capital y necesita obtener un mejor retorno de la inversión mediante un mayor mayor beneficio.

El movimiento es imparable: la industría automovilística se marcha a Polonia y a otros países ex comunistas, la informática a la India y la textil al Magreb, por ejemplo.

La deslocalización suele ser dramática para algunos colectivos de trabajadores del país en el que se cierra una industria porque existe una importante pérdida de empleo. Sin embargo, la Encuesta de Población Activa dice que en España en 2005 se crearon 894.100 empleos y el paro disminuyó en 239.800 personas: eso quiere decir que la economía española muestra una gran flexibilidad y es capaz de 'absorber' las consecuencias de la deslocalización.

Para el tejido empresarial, las consecuencias se traducen en un 'efecto dominó' sobre los competidores que se quedan en el país; es más que probable que terminarán abandonándolo para mejorar su productividad y beneficios y competir mejor. Los expertos afirman que la existencia de deslocalización en algunos sectores concretos de la actividad en absoluto quiere decir que todos los sectores sean susceptibles de llevarla a cabo ni necesiten hacerlo.

En el país que acoge una nueva planta se creará empleo de menor calidad que el país de orígen y su medio ambiente podría sufrir un mayor daño al contar con menos controles ambientales. Sin embargo, el efecto de la nueva industría trae consecuencias beneficiosas para el tejido empresarial de ese país. Por un lado, la nueva empresa escogerá los mejores proveedores o suministradores de servicios lo que tocará de muerte a otros mientras no se adapten. En el país destino, la competencia se verá obligada a mejorar su productividad, la organización empresarial, los procesos de trabajo, el ciclo de vida del producto, su distribución y logística, etc...

Las empresas que se deslocalizan suelen ser grandes en tamaño y cuentan con una dilatada experiencia; por tanto, tienen dinero y medios, un importante 'know-how', inagotable capital intelectual y saben cómo poner en marcha una gran planta de producción rápidamente con un altísimo grado de efectividad y rentabilidad. Y de ella aprenderá el resto de la industria en un proceso en el que desaparecerán algunas empresas y seguirán vivas aquéllas mejor preparadas para suministrarle bienes o competir con ella.

Hasta aquí, los tertulianos mostraron consenso. En lo que no hubo acuerdo fue en la calidad de la producción de la empresa en su nuevo destino. Parece lógico pensar que, si la mano de obra es de menor calidad y la industría auxiliar puede no estar completamente preparada para suministrar productos o servicios, esto repercutirá en el producto aunque nadie aventuró que el consumidor fuera consciente de ello dado que la deslocalización afecta a productos muy complejos como el automóvil o con alto grado de tecnología, como son los servicios y productos informáticos. Un descenso en el nivel de calidad de ellos no siempre podrían ser detectados por los consumidores.

Tampoco hubo conseso sobre si nos encontramos ante un proceso nuevo o es algo que se repite desde la Revolución Industrial. ¿Puede considerarse que gran parte del desarrollo industrial que obtuvo España durante los años 60 se debió a atraer industrias que se deslocalizaban entonces o simplemente eran nuevas inversiones para aumentar la oferta en un mundo en el que las grandes empresas comenzaban a explorar los mercados exteriores? Sea de una forma u otra, lo cierto es que los países que hoy atraen industrías, plantas y complejos empresariales lo perderán en un futuro próximo, tal vez 40 o 50 años, tal vez.

Finalmente se abordó otros aspectos de la actividad empresarial que cada vez preocupa más a la sociedad: la ética en los negocios. La sociedad occidental tiene asumida la pérdida de empleo a consecuencia de la deslocalización. Sin embargo, le gustaría obtener de los accionistas y ejecutivos que se marchan una contrapartida: que lucharán activamente, en los países donde se instalen, para que las autoridades políticas 'reinviertan' los beneficios de su llegada elevando la calidad de vida de la población en tres aspectos fundamentales como son la sanidad, la educación y las infraestructuras.

Cuando una sociedad ve esas tres necesidades satisfechas y sus miembros tienen un empleo y constantan una mejora constante de sus condiciones de vida, al cabo de dos o tres generaciones, sino menos, comenzarán a preguntarse por la libertad y los Derechos Humanos. Y eso es también enormemente positivo para muchos de los países receptores de inversiones procedentes de la deslocalización y un justiprecio para aquéllos que vieron cómo cerraron algunas industrías importantes.

>> Publicado en Categoría: Consultoría

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