El debate celebrado el pasado 2 de noviembre en el Congreso de los Diputados con el objetivo de dar luz verde a la tramitación del proyecto de reforma del Estatuto de Cataluña ha removido a la adormecida sociedad española. Un colaborador nos envía el texto de una carta enviada a la cadena SER que transcribimos a continuación:

Después de siete años sintonizando la Cadena SER, abandono.

He venido escuchando con atención muchos de sus programas, si no todos. En este tiempo, he asentido y disentido a intervalos; he reído y llorado con sus crónicas, divertidas o trágicas; me he dormido acunado por el ritmo de la emisión; he aprendido mucha técnica radiofónica, y he admirado a sus periodistas y los he repudiado, según qué ocasiones.

Cuando en septiembre Iñaki Gabilondo dejó Hoy por Hoy después de tantos años, pensé que había que dar una oportunidad al nuevo conductor del programa, Carles Francino, quien prometía aires nuevos y opiniones plurales.

Pero abandono.

Fue al día siguiente del “debate” parlamentario sobre el proyecto de estatuto de Cataluña. Qué desencanto: una ocasión más para comprobar el patético espectáculo que es esta política nuestra, un reflejo inconfundible de los espejos deformados del callejón del Gato, un torrente de palabras huecas que intentan justificar el esperpento.

Fue al día siguiente, digo, y Francino arrancaba el programa con el análisis de la sesión en el Congreso, cuando afirmó que el debate constituía “el regreso a la política con mayúsculas”.

Lo siento. Puedo escuchar opiniones distintas a las mías. Es más, me gusta hacerlo. Pero odio que traten de camelarme. Visto lo visto en el Hemiciclo, me parece que hablar del “regreso a la política con mayúsculas” es un burdo intento de tomarme el pelo como oyente, como votante, como ciudadano y como persona.

Y abandono. Con pena, de verdad. Pero abandono.

santi g.

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