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El agua no es un arma política
3.7.05


Valiente y cicatero ha sido el gobierno socialista. Tras haber basado en la pasada legislatura gran parte de su acoso, desgaste y derribo a los populares en una férrea, a veces exagerada oposición, al Plan Hidrológico Nacional (PHN), hoy ya derogado, se ha líado la manta a la cabeza y ha puesto en marcha un trasvase para paliar la sequía de la huerta murciana mediante el traspaso de agua desde el Tajo al Segura.

El número de hectómetros que serán trasvasados ha sido decidido salomónicamente: Murcia pedía una cantidad y Castilla-La Mancha ofrecía, como mal menor, otra. La diferencia entre lo que se pedía y lo que se ofrecía ha sido dividida por la mitad y sumada a la oferta de Castilla-La Mancha. Estas medidas, no podía ser de otra forma, han provocado el cabreo general en donantes y receptores.

Los primeros le dicen a sus compañeros de partido que trasvasar esos hectómetros cúbicos es una decisión desmesurada que les llevará a perder producción agrícola, puestos de trabajo y le recuerdan que muchos de sus pueblos sufren restricciones. El ejecutivo murciano se queja de que, habiendo tomado una decisión política díficil como esa, haya sido rácana y tacaña, una gota de agua que poco resolverá y que no evitará que desaparezca el peligro de extinción de especies citrícas. Entendidos los derechos sobre el agua como algo que beneficia a los territorios por donde pasa, la polémica siempre estará servida.

Y es que, los políticos siguen utilizando el agua como instrumento político. El gobierno fue raudo y veloz en derogar el PHN pero sigue enlodado por los aspectos políticos del agua y parece amedrentado por las consecuencias de su decisión. La ministra de Medio Ambiente no quiere entrar en disputas y su discurso es cicatero en resaltar, por encima de lo político, la importancia de los aspectos sociales del agua: es de todos, escasea y el que pase o discurra por un territorio ni aumenta sus derechos ni los reduce. Debería lanzarse a degüello frente a los planteamientos insolidarios, egoistas y mezquinos a que estamos acostumbrados en materia de agua. Moncloa tiene que plantear su discurso en hacer entender a todos que los ciudadanos le han encargado gestionar ese bien preciado al que tiene derecho el conjunto de la ciudadanía y para que todos gocen de ella es necesario realizar sacrificios. En eso consiste el reparto de la riqueza y la tolerancia.

Y como refrendo, no hubiera estado mal acompañar ese decreto-ley con un aumento de las inversiones del Programa A.G.U.A. de actuaciones urgentes para las Cuencas Mediterráneas que aprobó a finales de Mayo cuando derogó el PHN del gobierno popular. Y es que, parece que el trasvase fuera un parcheo y haya nacido cojo.

Finalmente, aunque acertada, esa decisión tiene claroscuros: ¿por qué el agua se trasvasa desde el Tajo y no desde el Ebro, más cercano aunque esa transferencia hubiera sido entendida como una vuelta al PHN? De todos es sabido que todo trasvase conlleva una pérdida de agua. Aspectos como estos podrían hacer pensar que el gobierno sigue anclado en la gestión política del agua.

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