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Los políticos, a distancia abisal
3.6.05


La negativa de los franceses y los holandeses a la Constitución Europea ha dejado al descubierto la distancia tan abismal que existe entre los políticos y sus ciudadanos y el ritmo tan dispar que llevan unos y exigen los otros.

Cuando un gobierno convoca un referendum sobre una cuestión siempre está abocado a recibir una respuesta diferente a la que apoya. Si el convocante pierde la consulta, está claro que la convocatoria de elecciones debe ser inevitable porque el pueblo le ha dado la espalda, le ha arrebatado su apoyo, le ronda por la cabeza importantes dudas sobre su gestión política, le deja a merced de la oposición y algunos grupúsculos marginales y agitadores de la sociedad y sitúa en su debe el haber perdido en una consulta popular que, no olvidemos, es la expresión más importante de una democracia.

Este desenlace no ha ocurrido en Francia y en Holanda. Nuestros vecinos han resuelto momentáneamente la crísis con una pequeña remodelación del gabinete, en el que se coloca al amigo de la más alta autoridad del Estado como presidente del gobierno y de vicepresidente al hombre fuerte que lidera el partido del presidente de la República. Ahí es nada, dos convoyes en dirección contraria y a gran velocidad en vía única. En Holanda, con una participación 23 puntos mayor que la habitual, lo cual convierte la derrota en clamor popular, la solución es más alarmante aún: un par de declaraciones y todo sigue igual. Ambos gobiernos declaran tomar nota del varapalo y el sentir popular, dicen que se hará la voluntad popular y dejan la pelota en el tejado del resto de países de la UE para que busquen una solución cuando haya pasado tiempo, se hayan cerrado las heridas y se eche mano a la estadística para colar al pueblo lo que no desea. Mientras, Blair dice que ya veremos, Berlusconi que de referendum nada, en Irlanda dudan, en Dinamarca le están viendo las orejas al lobo y el Primer Ministro luxemburgués, en un gesto que le honra, anuncia públicamente que dimitirá si pierde el referendum que se celebrará próximamente.

Con este panorama, con la necesidad que tienen los políticos de no afrontar sus obligaciones ante el fracaso y mantenerse en la poltrona, ¿cómo no van a ir los ciudadanos a años luz de su clase política? Y lo peor es que los partidos en el poder, los grandes de Europa, con decisiones de este tipo y la soberbia que todo púlpito provoca, suelen ser pasto de las técnicas de agitación de los minoritarios, de los inconformistas y de los que representan una mínima parte del electorado. Por tanto, los pequeños ganan parcela de poder y los grandes partidos se van cavando la tumba que ocuparán en unas cuantas décadas, no muchas, más bien escasas. Necesitamos que comiencen a fajarse en los hemiciclos una nueva generación de líderes y que los partidos, ni se reinventen ni se refundan, sólo que lleven la coherencia política y el servicio al pueblo por bandera.

>> Publicado en Categoría: Politica

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