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Rogativas al gusto de todos
2.5.05


En un par de corrillos de los que se forman a la entrada o salida de los niños del Colegio, asisto a una distendida tertulia a cuenta de la sequía persistente que sufre España en general y Aragón en particular.

A diferencia de lo que ocurre cuando dos personas intercambian opiniones sobre el tiempo a modo de saludo, entre amigos o conocidos es un tema que se ramifica rápidamente en otros más variados. Por tanto, da mucho que tertuliar: el Plan Hidrológico Nacional, las medidas que antaño se utilizaban para ahorrar agua (botellas en las cisternas, cerrar las llaves generales), los campos de golf, el cambio climático, los incendios forestales, las lechugas a precio de solomillo y las prácticas religiosas de sacar a los santos en rogativa.

Hay disparidad de puntos de vista, raramente acalorados o encendidos, y aunque a veces alguien deja atisbar alguna posición radical, siempre reina un ambiente conciliador, de buen rollito.

Cuando se trata de rogativas, sorprendentemente todos los tertulianos opinan que es una creencia que hay que respetar, que está enraizada en las más antiguas tradiciones, que es simpático ver estas procesiones en los medios de comunicación y, con mayor o menor medida, todos aseguran que algo de efectividad tiene. Además, más de uno relata que tuvieron antaño algún familiar que pudo dar fe de las lluvias que cayeron gracias a las oraciones y que esa historia se ha propagado de boca en boca, a lo largo de los tiempos, cual tesoro familiar. Siendo así, su veracidad está fuera de toda duda.

Todos se solidarizan con el calor que pasan los nazarenos y costaleros cuando las rogativas se desarrollan mucho más allá de la Semana Santa o las fiestas patronales. Porque sacar los santos a pedir lluvias va siempre parejo con la escasez de agua, el agostamiento de los campos y, por ende y en consecuencia, con el calor extremo.

Casi una hora de tertulia distendida y el tema parece agotarse. Pero ojo, al final, sorprendentemente aparece el rasgo visceral del español tertuliano y alguien grita:

- Bien, rogativas… todas las que queráis. ¡Pero que pidan que llueva de lunes a viernes!

Sorpresa y susto general. Perplejidad. Enmudecida la tertulia, alguien consigue articular dos palabras:

¿Y eso?

- J…, que quieres, ¿que nuestras hijas comulguen por primera vez acompañadas de un aguacero? Los fines de semana, sol aunque estén los campos echando fuego.

>> Publicado en Categoría: Sociedad

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