Leo en Google News sobre este curso organizado por la UIMP hace unos días y una conclusión parece clara y se deduce del tono de los ponentes: las entidades financieras están pletóricas de satisfacción por el trabajo realizado durante los últimos ejercicios y que se ha traducido año a año en más beneficios y mejores balances.

La banca lleva años nadando en un entorno de tipos de interés bajos, lo cual preocupó a más de uno cuando se empezó a vislumbrar esa situación. A su socorro acudió una economía nacional con altos índices de crecimiento gracias al tirón de la demanda interna y la vorágine inmobiliaria e hipotecaria.

En este contexto, la fórmula de éxito de las entidades financieras ha sido clara: una mayor pulcritud en el análisis crediticio, un severo control sobre inversiones en capital y/o empresas participadas, tomas de participación más sesudas, una apuesta por la banca en línea como canal de distribución y una reducción de costes.

Es probable que en los próximos meses, la situación se torne algo más tormentosa al sufrir la economía una desaceleración en la demanda de créditos--tanto hipotecarios como de consumo--y en el crecimiento del PIB, entre otras magnitudes. Este es el nuevo reto al que podrían enfrentarse los bancos en el próximo par de años. Las nuevas estrategias deben estar “cociéndose” en los consejos de administración que no se amilanan ante el horizonte nubarroso. En las declaraciones nadie quiso anticipar nada en cuanto a estrategias futuras. Lógico.

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