Calma. Eso es lo que pide la Ministra de Medio Ambiente ante la avalancha de incendios forestales que asolan Galicia durante los últimos seis días y que han causado tres muertos. Narbona aprovechó la presencia de la prensa para matizar sus declaraciones de ayer de las que podría deducirse una criminalización del colectivo de agentes forestales con experiencia laboral que no han sido contratados este año a causa de su desconocimiento de la lengua gallega. Durante los últimos cuatro días, el saldo de incendios (activos y controlados) que asolan el interior de Galicia supera el centenar.

Estas desafortunadas declaraciones de la ministra Narbona se suman a las realizadas en julio de 2005 cuando, tras el incendio forestal que arrasó el Valle de los Milagros, en Santa María del Espino (Guadalajara) causando once muertos, afirmó que existía una cierta permisividad social frente a los pirómanos y criminales que queman el monte.

La presencia del lider de la oposición durante la tarde de ayer en alguna de las zonas afectadas ha provocado la visita inmediata de Narbona durante la mañana de hoy y se espera que el presidente Rodriguez Zapatero llegue esta tarde.

La realidad que percibe el ciudadano es que esta situación está siendo gestionada tan mal como lo fué la del incendio de Guadalajara o la del vertido de crudo del petrolero Prestige en noviembre de 2002. Y comienza a plantearse que alguna cabeza política debería caer. También tiene la certeza de que si finalmente es así, no será por decencia y coherencia política del dimisionario y el partido que lo nombró, sino para acallar las inquietudes y presiones de la población.

Sin embargo, el ciudadano ya ha asistido en otras ocasiones a la incapacidad dimisionaria de todos los gobiernos, sea del signo que sea: el socialista tras el incendio de Guadalajara antes citado, el popular tras la muerte de 42 personas en la estación de Jesús el pasado mes cuando descarriló un convoy que viajaba a gran velocidad en una red de transporte obsoleta en algunas líneas o el catalán tras los acontecimiento en el barrio barcelonés del Carmelo y las acusaciones de corrupción político-inmobiliaria, por poner algunos ejemplos recientes. Pero sea del PSOE o del PP, la clase política está de vuelta al asumir sus responsabilidades de gobierno.

Una importante parte de la ciudadanía está a la espera de movilizaciones callejeras como las protagonizadas por 'Nunca Mais' y los colectivos de ecologistas o de actores encabezados por Pilar Bardem como forma de presionar a la clase política gobernante para que ponga fin a unos acontecimientos que se repiten cada año en mayor o menor medida. Si no ocurriera así, como parece va a ser, el ciudadano tendrá la certeza de que, detrás de cualquier movimiento ciudadano o social, siempre hay una ideología y un partido político que mueve sus hilos y no volverá a dejarse deslumbrar por declaraciones y actitudes aparentemente comprometidas con una causa que, tras producirse un cambio de color político, se dedican a invernar al amparo de un gobierno afín a sus intereses ideológicos.

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