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'Nuestra' selección ganará el campeonato. 'La' selección se volverá en cuartos.
11.6.06


Tengo familiares y amigos que están empapados de pasión por el fútbol argentino. Nunca polemizamos sobre cuál selección llegará más lejos, ni sobre las alineaciones de sus respectivos seleccionadores... Lo que más me interesa es profundizar en porqué Argentina ha ganado dos Campeonatos del Mundo y 'la' selección española se estanca siempre en cuartos.

Cuatro cosas parecen distinguir a los jugadores y afición de la albiceleste respecto a los de la furia roja.

Los jugadores argentinos utilizan los equipos en los que militan como un medio para ganarse el honor de vestir 'su' camiseta nacional. Participar en alguna liga de la élite mundial como la española, inglesa o italiana sigue siendo un medio para representar a su país.

En segundo lugar, la afición argentina sólo tiene un objetivo en la cabeza y sus jugadores lo saben: ganar el Campeonato del Mundo. Si los argentinos regresan sin la Copa-y aunque hayan sido finalistas-son conscientes de que les aguardan cuatro años soportando a la afición y los medios con un alto grado de frustración e impotencia. Ambas no mostrarán el mínimo ápice de benevolencia ni perdón, y eso es un calvario. Sin el Campeonato en casa, les aguarda el infierno.

Tras finalizar un Mundial y mientras llega el siguiente, la selección argentina debe disputar la Copa América-el homónimo a la Eurocopa-cada dos años y no cuatro, como ocurre aquí. Por tanto, la selección argentina juega más partidos al año que los combinados europeos, lo que provoca que siempre esté presente en boca de aficionados y medios de comunicación. Sin piedad, ambos se dedicarán a airear constantemente el fracaso en el Campeonato del Mundo, los errores de alineación o las carencias estatégicas o técnicas del seleccionador, la falta de un determinado jugador en un partido clave o en la convocatoria, esas claras oportunidades que fallaron y no dudarán en arrinconar o aupar ferozmente a los jugadores para ser incluídos o excluídos del seleccionado argentino... Y, sin embargo, no les importa si el juego de 'su' selección tiende a la belleza del menottismo o a la fuerza del bilardismo, ya que esto es secundario frente a traerse el Campeonato. El jugador aguanta una altísima presión mediática y del aficionado y, sin embargo, seguirá esforzandose al máximo para ganarse otra oportunidad en la que pueda sudar 'su' camiseta nacional.

Aunque la afición habla constantemente de 'su' selección, esto no quiere decir que no les interese la marcha de sus equipos. Pero, es importante destacar el siguiente hecho: cualquier aficionado del Boca o del River es capaz de renunciar a una victoria frente a su eterno rival, o al Campeonato Apertura o Clausura, si alguien pudiera asegurarle que los seleccionados argentinos ganarán el Campeonato del Mundo. Pero, por ejemplo, el aficionado del Boca es capaz de machacar sistemáticamente a su ídolo local si, habiendo sido seleccionado, no es capaz de traerse el Campeonato. Esta circunstancia sería dificil de entender en España.

Finalmente, y no menos importante, a los niños argentinos les regalan la camiseta albiceleste antes que la de su equipo preferido. Un chaval bonaerense lucirá orgulloso su camiseta nacional antes de conseguir la del River Plate o el Boca Juniors. Esas quedan para otras ocasiones. La primera, es la nacional.

Todo ello puede explicar porqué España nunca llega lejos. Tenemos grandes jugadores nacionales demostrando una altísima competitividad cada semana y gozamos con una amplía presencia de los mejores jugadores extranjeros del mundo. En definitiva, disfrutamos de la mejor Liga del mundo, una competición donde a miles de deportistas les gustaría jugar... Pero nos falta algo de amor por 'nuestra' selección y, lejos de exigirles a los jugadores algo grande, nos conformamos con que 'la' selección llegue a cuartos. Nos iremos tranquilos a dormir tras oir las justificaciones que nos darán los jugadores en sus declaraciones (buen juego, mala suerte, la tricampeona es superior, un gol fantasma, un codazo en la nariz, un incompetente árbitro egipcio, las dificultades de acondicionarse a los horarios de juego, la lesión de periquito, el penalty fallado por zutanito, los jugadores cumplen órdenes, la responsabilidad es del seleccionador, las turbias negociaciones de las millonarias primas...)

Toda esta palabrería no es sino una cortina de humo dirigida a una afición complaciente que no exige feroz y despiadadamente objetivos claros a 'su' selección. Hay que subir un peldaño: el aficionado debe dejar de interesarle 'la selección' y enamorarse por 'su selección'. Y para ello, debe ser agresivo y crítico con todos los jugadores que participa en ella, independiente de que milite o no en su equipo preferido. Y éstos deben entender que complacer a la afición se consigue cada cuatro años y no cada nueve meses.

Hoy en día, al aficionado las copas de los árboles (su equipo local) no le dejan ver el bosque ('su' selección). Su horizonte está situado en superar cuartos, la barrera infranqueable.

Así nos lucirá el pelo durante los próximos años.

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